martes, 18 de diciembre de 2007

Una primera aproximación al estudio del terrorismo en América Latina (Primero de la serie)


Por María Benedicta Giaquinto (*)

Introducción

En el marco de un programa conjunto entre la Fundación PensAR y el Hudson Institute de Washington sobre el estudio del fundamentalismo islámico en América Latina, este es el primer trabajo de una serie. En él se hace referencia a los puntos que entendemos son iniciales al abordar el fenómeno del terrorismo en la región para luego profundizar en los sucesivos trabajos de la serie.
Abordamos en este primer trabajo la distribución geográfica y humana de las distintas comunidades musulmanas en América Latina. No pretendemos poner de manifiesto que la presencia de ellas implique indefectiblemente la existencia de terroristas en la región. Lo que se investiga son las comunidades musulmanas ya conformadas donde pueden generarse (o no) células terroristas, pero que sin duda son el marco más propicio en el que estas pueden aparecer y comenzar a operar.
Siendo este trabajo un update de la distribución socio-política de las comunidades musulmanas en América Latina, lo que queremos es establecer un punto de partida para el estudio del fundamentalismo islámico en la región y creemos que analizando esta distribución estamos estableciendo una correcta aproximación a nuestro objeto de estudio.
El trabajo comienza analizando una de las zonas más pobladas por musulmanes en América Latina: la Triple Frontera. Luego Brasil y Argentina, que cuentan con el mayor número de musulmanes de América Latina. Uruguay, Chile y Bolivia siguen, con muy pocos musulmanes y un territorio pequeño también. Finaliza el trabajo analizando a los países del Caribe, donde sí es recomendable el análisis detenido de los musulmanes, en algunos países por el alto prcentaje de su población que constituyen y en otros por la presencia de grupos que a través de la violencia podrían tener lazos con los terroristas islámicos de la región.


En referencia más a la religión que al origen, la cantidad de musulmanes en América Latina es seis millones[1]. De esa cantidad, un millón y medio vive en Brasil y 700.000 en Argentina.

Triple Frontera

Unos 25.000 árabes, tanto musulmanes como cristianos, viven actualmente en la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil. Una mezquita en Foz do Iguaçu (Brasil) y dos en Ciudad del Este (Paraguay), además de dos jeques –uno de cada lado-, dan cuenta de esta presencia. Este lugar es foco de actividades ilegales como el contrabando, la piratería, el lavado de dinero, el tráfico de drogas y de armas, y la explotación sexual. Como control, desde 1996 funciona en Foz do Iguaçu el llamado Comando Tripartito de la Triple Frontera, que coordina las tareas de control de los tres países sudamericanos. Y en 2002 se creó el grupo “3+1” entre Argentina, Brasil, Paraguay y Estados Unidos para reforzar la seguridad en la región. La mitad de los musulmanes allí presentes son sunnitas y la otra mitad chiítas. Trabajan en todo lo que está relacionado al comercio. En su vida diaria, los musulmanes allí residentes realizan sus actos religiosos pero también participan en los acontecimientos civiles de la ciudad. Ellos declaran que los fondos para la construcción de las mezquitas provinieron de donaciones de la comunidad local y de otras regiones de Brasil. En Foz do Iguaçu viven muchos empresarios y líderes de la comunidad árabe –chiítas y maronitas- que cada día desarrollan actividades en la paraguaya Ciudad del Este (ciudad con menos controles policiales y aduaneros). En Ciudad del Este, la comunidad árabe se dedica fundamentalmente al rubro electrónico, dentro del comercio. Esta ciudad es también conocida por los vendedores callejeros que comercian baratijas y artículos falsificados como discos compactos, y por la venta de aparatos electrónicos baratos, en ocasiones pirateados o defectuosos.

Las autoridades paraguayas calculan que en Ciudad del Este se produce más del 50% del comercio exterior del país, pero que sólo un tercio de lo recaudado por esta actividad ingresa en las arcas del Estado. Las leyes de inmigración paraguayas son muy laxas y son aprovechadas para desarrollar actividades ilegales. Asimismo, las instituciones políticas son débiles, la capacidad de investigación y de hacer cumplir la ley es baja y permanece la corrupción oficial pervasiva, lo que ha creado las condiciones para un crecimiento indiscriminado de redes criminales. En toda la zona de la Triple Frontera hay simpatizantes y cuadros pertenecientes a Hezbollah y Hamas, grupos denominados terroristas por Estados Unidos. Organizaciones terroristas como Hezbollah, Hamas y la Jihad Islámica Egipcia han sido detectadas con actividades en la Triple Frontera desde hace una década por lo menos. Entre las actividades de estos grupos están el mercado negro, la compra de armas y la planificación de atentados terroristas[2].

La Secretaría de Inteligencia del Estado argentino detectó la presencia de miembros de Al-Qaeda en la región después de los bombardeos a las Embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania. Según el informe publicado, los operativos de Al-Qaeda realizaron adoctrinamiento y fund-raising, dieron refugio a fugitivos e impartieron entrenamiento básicamente en explosivos[3].

Además, miembros de organizaciones terroristas que han planeado o participado en ataques en Medio Oriente y Estados Unidos como el terrorista de Al-Qaeda, Khalid Mohammed han pasado tiempo en la región de la Triple Frontera. Adnan al-Qadi, un operativo de Hezbollah que participó del bombardeo al World Trade Center de 1993, vivió en la Triple Frontera. El egipcio Ali Hassan Muklis, miembro de Ilamyya al Gama’at vivió en la Triple Frontera y es sospechoso de haber participado de la masacre de 62 turistas en Luxor, Egipto en Noviembre de 1997. El grupo familiar Barakat, que ha operado en la transferencia de dinero al grupo Hezbollah libanés, vivió y algunos de sus miembros aún continúa viviendo y comerciando en la Triple Frontera. Uno de sus miembros (Assad Mohamed) fue secuestrado meses atrás y liberado luego de que su familia pagara un rescate, aunque las circunstancias que rodearon ese hecho son realmente sospechosas.

Este tipo de crimen presente en esta región de América Latina se percibe como peligroso desde el punto de vista del terrorismo porque permite recaudar fondos y desarrollar acciones encubiertas como podría ser el reclutamiento y el entrenamiento de terroristas. Es decir, sería una zona en América Latina en la que crimen organizado y terrorismo islámico están estrechamente relacionados.

Argentina

Argentina es el país del subcontinente cuyo porcentaje de musulmanes es el mayor, superado ampliamente por la República de Guyana, de habla inglesa, y luego Surinam, de habla holandesa. En Argentina los árabes comienzan a llegar hacia finales del siglo XIX de Siria y Líbano, y este flujo de inmigrantes continuó hasta la década de los 40’. La mayoría de ellos se radicaban en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia, en Rosario, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.Su inserción fue exitosa, posperaron en breve tiempo en el comercio y luego en la industria, en especial la textil. Hacia fines de la década del ’20 se fundaron las primeras entidades islámicas registradas legalmente y las primeras mezquitas se construyeron. En relación a la filiación doctrinal, la mayoría es sunnita, pero existe un importante número de chiítas, casi todos de origen libanés.
Uruguay.

Existen informes que delatan la presencia de musulmanes pertenecientes a Al-Qaeda en Uruguay y a lo largo de la frontera entre Uruguay y Brasil.

Brasil

Se estima que la población musulmana en el Brasil esté entre 1.000.000 y 1.500.000 de fieles. La mayoría de origen árabe, principalmente sírios, libaneses, con presencia menor de palestinos, egípcios, marroquinos y de otras nacionalidades. El número de brasileros convertidos es relativamente pequeño en el contexto de la comunidad islámica. Hay referencias a la presencia de musulmanes en el Brasil desde la expedición de Pedro Álvares Cabral que aquí llegó en 1500, trayendo navegadores de origen árabe. Posteriormente, un nuevo contingente de musulmanes llegó al Brasil a partir del final del siglo XIX y principios del siglo XX, con los inmigrantes de origen árabe, especialmente sirios y libaneses, que se instalaran en los grandes centros industriales, dedicándose preferentemente al comercio. Entre los esclavos trajo grandes contingentes de musulmanes negros, capturados en África.

Los musulmanes de origen árabe iniciaron la instalación, de forma más permanente, de las bases de la religión islámica en el Brasil. En 1927, en la ciudad de São Paulo, fue fundada la Sociedad Beneficiente Musulmana Palestina. En 1929, con la llegada de sírio-libaneses, la denominación de la sociedad fue alterada para Sociedad Beneficiente Musulmana. En 1956 se inaugura oficialmente, también en la ciudad de São Paulo, la primera mezquita brasilera. Actualmente se encuentran referencias a más de 80 asociaciones musulmanas en todo el país, siendo que el número de mezquitas y salas de oración supera 50. Manaus es una ciudad donde existe una importante presencia musulmana.



Chile

En Chile se estima que hay unos 5.000 musulmanes, pero el número de palestinos y sus descendientes es mucho mayor, siendo en su mayoría cristianos. En este país se encuentra la mayor concentración de palestinos del continente, provenientes casi en su totalidad de las ciudades cristianas Belén y Beit Jala.

Colombia

En Colombia una suerte de tercera oleada de inmigrantes se viene dando desde principios de la década de los 70’ del siglo pasado, compuesta fundamentalmente por familias musulmanas, sobre todo sunnitas.

Los Árabes, sobre todo los cristianos -ya sea maronitas u ortodoxos-, con el transcurrir del tiempo y en diversos grados, a partir de complejas dinámicas de hibridación y mestizaje que tuvieron lugar, terminaron prácticamente asimilados e integrados a la sociedad mayoritaria. De esta manera, gracias a los estrechos contactos que se escenificaron entre estos inmigrantes y las culturas de los territorios donde se instalaron, fue que realizaron aportes culturales muy importantes al país, sobre todo a la región del Caribe. Por su parte, los Árabes musulmanes en medio de muchas dificultades pudieron mantener esce

narios adecuados para la reproducción de su cultura y de sus valores identitarios, lo que les posibilitó conformar comunidades claramente diferenciadas del resto de la población -Maicao (Provincia de La Guajira) y San Andrés (Archipiélago), entre las más importantes-.

México

En México hay cerca de 3.000 practicantes del Islam. Más de 1.000 viven en México D.F. Son más numerosos los sunnitas, que se sitúan en Cuernavaca y Guadalajara. También existen comunidades musulmanas en Monterrey, Durango, Zacatecas, Tijuana y Chiapas. A Chiapas llegaron en 1995, e hicieron su aporte cuando sufrieron violaciones a sus derechos, por ser indígenas y mestizos expulsados de los Altos de Chiapas por los propios habitantes de Chiapas. En México existen también diversos movimientos políticos como el Morabitum, que busca retornar a las raíces del Islam y cuestiona el orden económico mundial, por diversos motivos como son la dominación occidental y la modernización. México y Estados Unidos analizan posibles actividades terroristas en estos movimiento pero hasta el momento no se ha comprobado nada.

Guatemala

En Guatemala la comunidad islámica es poco conocida en el país, a pesar de la existencia de dos mezquitas en el país. Está integrada principalmente por palestinos que emigraron durante la última década.

Honduras

Lo mismo ocurre en Honduras, donde no llama la atención la presencia de la comunidad islámica, quizás por la asimilación que ha tenido a la comunidad local. La segunda comunidad palestina en Latinoamérica se encuentra en Honduras, donde se estima que hay entre 150.000 y 200.000 palestinos.

Belice y Nicaragua

En Belice y Nicaragua la comunidad musulmana es casi nula dentro de la población, por lo que no constituyen países a ser tenidos en cuenta para nuestro objeto de estudio.

El Salvador

El Salvador tiene una comunidad musulmana chiíta, pero no es relevante tampoco en cifras. En este país lo que es de suma relevancia a tener en cuenta es la presencia de “maras” o grupos armados (al igual que en Guatemala, Nicaragua y Honduras). Está siendo estudiada la sospecha de que estos grupos que en mayor medida tienen a sus miembros reclutados en las prisiones y tejen allí sus redes, tengan conexiones con los terroristas islámicos. No se ha comprobado aún ninguna de estas sospechas, pero lo que sí está claro es que existe la posibilidad de que los terroristas islámicos busquen refugio, financiamiento, reclutamiento y documentación ilegal entre otras cosas aprovechándose de los contactos, conexiones y métodos de estos grupos armados ilegales que ejercen la violencia indiscriminadamente.

Costa Rica

Costa Rica tiene una gran comunidad musulmana, con presencia relevante, diferenciada y organizada. No es importante numéricamente porque el país en sí no es grande, pero sí vale la pena tenerla en cuenta por el lugar estratégico que ocupa en el continente y porque constituye un porcentaje aceptable de la población de ese país.

Panamá

Su comunidad musulmana se agrupa en:
los locales o nativos;
los que emigraron de India y Pakistán (zona de Gujrat), que son los más numerosos; y
los que emigraron del Líbano, Jordania, Palestina y Siria, que conforman el 5% de la población.
Al igual que los musulmanes presentes en Costa Rica, debe tenérselos en cuenta a la hora de evaluar la presencia de los musulmanes en América Latina.

Venezuela

Tuvo históricamente inmigrantes musulmanes. Hoy, se ha reducido en gran medida la población de este origen y se concentran principalmente en el Estado de Nueva Esparta y Caracas, son generalmente ciudadanos de origen libanés y sirio.

Existe presencia de Hezbollah en los departamentos fronterizos con Colombia de Maicao y Guajira, se sospecha que estos grupos pueden tanto financiar la guerrilla colombiana o colaborar con ello, como ser propagadores de su ideología en esa zona.

También hay sospechas de que se encuentren miembros de Hezbollah en Isla Margarita, donde se dice que hay otra célula a tener en cuenta.

Perú

Es relevante en este país el departamento de Tacna, en la frontera con Chile, por la presencia allí muy importante de la comunidad musulmana. Al llevarse a cabo la apertura para la importación de autos usados en la ciudad comienzan a llegar comerciantes musulmanes de origen paquistaní, y al poco tiempo se abre una mezquita. También hay inmigrantes de India y de otros países árabes. Es uno de los países a tener en cuenta en cuanto a presencia musulmana.

Ecuador

En Ecuador hay menor presencia árabe. No valdría la pena tenerlo en cuenta para contabilizar la presencia musulmana en la región latinoamericana.

Guyana, Suriname y Trinidad y Tobago

La presencia musulmana aumenta enormemente en términos de porcentaje de la población. Llega casi al 20% de la misma. Son Estados postcoloniales con minorías musulmanas en los que había demanda de mano de obra barata para las plantaciones de azúcar, lo que condujo después de la emancipación del siglo XIX a la importación de trabajadores contratados indios, que incluían contingentes de musulmanes. Suriname forma parte, como único país americano de ISESCO, órgano cultural que vela por el patrimonio del mundo musulmán desde 1996.

Bolivia

En Bolivia hay una menor presencia árabe. Hay una mezquita en Santa Cruz de la Sierra.


Consideraciones finales

En América Latina también existen zonas de libre comercio como Iquique (Chile), Maicao (Colombia) y Colón (Panamá) que pueden generar apoyo financiero a redes terroristas por el poco control aduanero y fiscal que allí tienen lugar.

En la región existe una falta de medios para controlar las fronteras, lo que se suma a la poca o nula organización de las fuerzas policiales y militares en ellas. Esto las hace paticularmente vulnerables.

Asimismo, Colombia, Bolivia y Perú son productores de cocaína, lo que ofrece una rica fuente de ingresos. Cuba y Venezuela tienen acuerdos con Irán, lo que hace que exista un peligro latente de colaboración con un Estado que apoya y da refugio a terroristas islámicos.
Otro elemento a tener en cuenta si enumeramos los peligros a los que se enfrenta la región hoy relacionados o con posibilidades de estar relacionados con el terrorismo son los grupos económicamente marginados que son fuentes ideales para la explotación por parte de los terroristas. Los piqueteros en Argentina, los cocaleros en Bolivia, el movimiento de los Sin Tierra en Brasil, el pueblo indígena Pachakutik en Ecuador, los círculos bolivarianos en Venezuela y los grupos campesinos en Paraguay son grupos étnica y económicamente oprimidos con poder desestabilizador; tienen líderes que están ganando prominencia política y podrían ser susceptibles a los atractivos del terrorismo.

Siguiendo a Tamara Makarenko, especialista en Crimen Transnacional y Terrorismo [4]dados los nexos cada vez más estrechos entre crimen organizado y terrorismo, en el subcontinente se han formado alianzas entre grupos terroristas y grupos criminales que tienen distintos grados de cohesión según una combinación de motivaciones políticas y económicas que hacen que grupos criminales utilicen tácticas terroristas para ganar peso político y que grupos terroristas que se involucran cada vez más en actividades criminales hasta el punto de comprometer su base ideológica que es el motor de su accionar. Aunque lo que se intenta en este paper es analizar la presencia exclusivamente de las comunidades islámicas en América Latina para poder explorar posibles surgimientos de actividades vinculadas al terrorismo islámico, se cree que la conexión con el crimen organizado es un elemento a tener en cuenta también, pues comprender la manera en la que los grupos manipulan su naturaleza política y criminal en las más variadas circunstancias también puede ayudarnos a localizar los puntos fuertes y las debilidades de los grupos terroristas en América Latina, así como su evolución.

Cabe destacar también la presencia de Arabia Saudita en la región, que es quien financia la mayor parte de las mezquitas construidas en la mayoría de las ciudades latinoamericanas. La mayor parte de los habitantes de Arabia Saudita son discípulos del wahhabismo, corriente religiosa del islam fundamentalista y la corriente mayoritaria del sunnismo en Arabia Saudita. El wahhabismo se destaca por su rigor en la aplicación de las leyes islámicas y por un constante deseo de expansión, para lo que utiliza sus instituciones de formación. También por sus recursos económicos, que les proporciona la dinastía reinante en Arabia Saudita y que se emplean en la creación de mezquitas y centros de estudio.

Otro elemento a tener en cuenta es el acercamiento que otra potencia que alienta el terrorismo y refugia a quienes lo practican, como es Irán, está realizando en la región latinoamericana. Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba (países del Movimiento de los NO ALineados) están estrechando relaciones con este país y le están facilitando una puerta de entrada hacia los demás países latinoamericanos.
Estos últimos dos elementos d
eben seguirse de cerca en la región y de su evolución puede significar la mayor o menor actividad del terrorismo islámico en América Latina.

[1] Según la Organización Islámica para América Latina (OIAL)
[2] En Octubre 1998 un supuesto miembro de Hezbollah fue arrestado frente a la Embajada de EEUU en Asunción, Paraguay, mientras examinaba a zona para posiblemente perpetrar un atentado terrorista.
[3] Daly (2003): “Policía: Mohammed visitó Brazil en 1995”, CNN San Pablo, 9 de marzo 2003.
[4] Senior Associate de la Consultora Cornell Caspian Consulting, Consejera sobre Crimen Transnacional Sistemático y conferencista en Criminología en la Universidad Glamorgan del Reino Unido

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales (2002) Universidad del Salvador, Máster en Estudios Políticos Aplicados (2004) Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP, España) y ex Becaria de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES, España). Researcher del Area de Relaciones Internacionales de la Fundación Pensar Argentina.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Quién controla la calle en la Argentina


Por Julio A. Cirino

El gobierno nacional parece seguir el mismo camino que el de la provincia de Buenos Aires; ambos pierden el control de la calle y en modo alguno pueden garantizarle su vida o sus bienes al ciudadano, si bien debemos reconocer que un excelente “manejo de prensa” permitió en los últimos meses del 2004 y los primeros del año en curso que los medios sólo pusieran en pantalla aquellos hechos que por su violencia y/o notoriedad fueran imposibles de ocultar a la opinión pública. En la provincia de Buenos Aires, la implementación del sistema de “incentivos” hace que las estaciones de policía se muestren más renuentes que nunca a escribir una denuncia, para poder mostrar estadísticas acordes al gusto del Secretario de Seguridad.



El mensaje es preocupante en extremo: Primero el estado no puede o no quiere defenderle, y si usted se defiende por su cuenta le pondremos preso y tiraremos la llave.
Segundo, el estado social-populista garantizará pingues indemnizaciones para las familias de todo criminal muerto “en acto de servicio” es decir delinquiendo.

La calle está controlada por tres fuerzas concomitantes: Los diversos grupos piqueteros, que deciden quién, dónde y cuándo puede circular. Los cartoneros ya asimilados a un trágico paisaje urbano, parte de la ciudad de Buenos Aires que nos regala Aníbal Ibarra y finalmente por los criminales en todas sus modalidades que van desde los iniciales “pibes chorros”, hasta las bandas más pesadas y profesionales y todo lo que se encuentra en el medio: levantadores, oportunistas, punguistas, escruchantes, escaladores, arrebatadores etc.
El imperio de la fuerza bruta se infiltró en la vida cotidiana que alcanza niveles de agresividad y violencia impensables – e inaceptables políticamente – en otras partes del planeta.

NADIE AFRONTA EL COSTO DE PONER UN FRENO

El delito en todas sus formas es parte del violento paisaje nacional y no existen zonas o regiones seguras, hasta el ámbito rural, tradicionalmente a salvo de la criminalidad aparece como uno de los más golpeados ante la indiferencia general.
La palabra inseguridad está en todos los periódicos, las encuestas y los informativos. ¿Cómo se termina con la inseguridad es tal vez la pregunta más repetida para especialistas y aficionados, pero es esta la pregunta correcta?
¿Cómo sociedad nuestro problema básico es la inseguridad? ¿O se trata de algo mas grave?
No será que la seguridad, o la falta de ella, es la consecuencia lógica y directa de una sociedad que tácitamente acordó consigo misma que desea convivir con el desorden y la transgresión de reglas que hacen a la convivencia en toda sociedad organizada.

El argentino refleja en sus comportamientos cotidianos que, desde su perspectiva la ley es el conjunto de normas que los otros deben cumplir para vivir en armonía y este es su punto de partida, la vida en libertad se alcanza al ser todos esclavos de la ley.

Durante años se nos repitió la idea que toda noción de orden era sinónimo de autoritarismo represivo; esta reiteración dio sus frutos con el tiempo, obsérvese que la palabra reprimir (utilizada profusamente por el código penal) es una expresión dictatorial, y su derivado: represor, es aún peor, se utiliza de 1.000 maneras distintas, todas descalificantes para señalar a cualquiera que pretenda en una situación dada, que se aplique una noción de ley y orden.

Simultáneamente es algo aceptado que “la necesidad crea derechos” con lo que la benigna actitud ante el antiguo “hurto famélico” se extiende ahora a conductas claramente tipificadas en los códigos y que nada tienen que ver con quienes sólo desean llevar algo de comida a su familia.

Esta tendencia incentivada por algunos medios y comunicadores ayuda a generar la falta de consenso social para el establecimiento de alguna forma mínima de orden social y a la vez produce paulatinos desplazamientos en las conductas que la sociedad acepta o condona y como lo demuestran estudios realizados tanto en Europa como en Estados Unidos las tolerancias se acrecientan y se instalan en una sociedad que quiere vivir en medio de un desorden anómico pero a la vez tener seguridad y eso... no existe.

Son muy diversos los modelos y tipos de orden social posibles en el planeta, desde Finlandia a Japón, desde Australia a Cuba, desde China a Gran Bretaña pero en todos los ejemplos hay algo en común, sin alguna forma de orden la vida en comunidad es casi imposible.
Durante la segunda semana de Febrero de 2005 asistimos a un motín de presos en una cárcel de máxima seguridad en la provincia argentina de Córdoba; dejemos de lado el análisis de lo que significa mantener una cárcel de máxima seguridad en medio de la zona urbana de una población; y detengámonos por un instante en el tratamiento que el tema recibió en muchos medios masivos: Quienes intentaban sofocar el motín, recibían rutinariamente el adjetivo “represores” por parte de pseudo-periodistas; la acción era de “reprimir a los reclusos”; se explicaba a la audiencia que los condenados viven en situación de hacinamiento y con importantes falencias (diría que como casi el 40% de la población argentina).

Se realizaban constantes “entrevistas” a los familiares de los detenidos, alguno de los cuales, segundos antes instigaba a su pariente para que arrojara al vacío a los rehenes. Como es de esperar frente a las cámaras de la televisión, los condenados representaban las virtudes de la conocida Madre Teresa de Calcuta, a pesar que purgaban sentencias de por vida en una prisión de máxima peligrosidad.

La incapacidad del estado para reaccionar llegó a extremos asombrosos; aún cuando se mostraba ante las cámaras de televisión a los internos armados con armas largas, fusiles y pistolas ametralladoras, se seguía insistiendo en que se trataba de víctimas “del sistema”. Una veintena de reclusos tomó un camión por asalto, e intentó huir utilizando a un guardiacarcel como escudo; fueron interceptados y se generó un enfrentamiento con muertos y heridos. Conclusión de la prensa: la innecesaria violencia policial causó los muertos.

No hay duda que tanto guardia cárceles cuanto policías deben mejorar su calidad profesional, pero tampoco hay duda que esto depende de la existencia de voluntad política y de presupuestos adecuados para alcanzar y mantener la necesaria calidad técnica profesional, en otras palabras. Pero todo esto supone un costo.

CRIMEN Y DESARROLLO

El crimen violento y visible emerge como un serio obstáculo para el desarrollo, tanto en Argentina cuanto entre nuestros vecinos – tal vez con la excepción de Chile --. El delito en las calles disminuye el crecimiento económico y deteriora la calidad de la vida democrática.
El espiral criminal en Argentina es ya epidémico y tiende a empeorar en el corto plazo, cuando una oleada criminal como la que vivimos se instaura, la criminalidad deja de ser accesoria o circunstancial, se convierte en un “modo de vida”, es un trabajo más, reconocido como tal y aceptado pasiva o activamente por el núcleo social que rodea al delincuente; por esta razón la oleada criminal se retroalimenta y se auto-perpetúa en el tiempo.´

Otro dato a tomar en cuenta es la proliferación de las bandas “familiares”. En otras épocas el hecho que un miembro de una familia fuera delincuente era algo que su familia no sabía (o pretendía no saber) o era algo que la familia ocultaba al resto de la sociedad, en suma no era algo de que alardear. La aparición cada vez más común de familias de delincuentes cambió todo esto, ahora quién delinque, lo hace a la vista de su grupo familiar y muchas veces sus vecinos también conocen – y en algunos casos se benefician – de sus actividades. En síntesis de idea de la “condena social” a quien delinque prácticamente desapareció, y solamente se la ha visto funcionar en algunos casos aberrantes.

Es algo reconocido en estudios tanto del Banco Mundial cuanto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que la actividad criminal genera aumentos directos e indirectos en los niveles de pobreza e indigencia ya sea por la pérdida de vidas; la destrucción de propiedad; horas de trabajo perdidas; pérdida de inversiones nuevas o no ampliación de las ya existentes al calcularse en los costos la incidencia de las acciones criminales.

En una serie de estudios encarados por el Banco Mundial se encontró que el 67% de las empresas encuestadas señalaban al delito como un obstáculo concreto para sus operaciones y también señaló que el PBI de la región podría llegar a crecer hasta un 25% si sus índices de criminalidad fueran similares a los del resto del mundo.

CRIMEN GLOBAL

En todo el hemisferio se produce además un aumento en la “globalización del crimen” que hace de los delitos mayores, cuestiones transnacionales que no pueden ser enfrentadas con los tímidos acuerdos regionales que se limitan más que nada a la firma de declaraciones y acuerdos que poca incidencia tienen en la integración efectiva de la lucha.

El funcionamiento de grupos que operan en forma transnacional se manifiesta en Argentina en las siguientes actividades:

1. Robo de vehículos de alto costo y utilitarios 4 X 4 que regularmente son sacados del país, o bien llevados a desarmaderos para convertirse en repuestos
2. Tráfico de armas. Tanto armas producidas localmente que van por lo general a Brasil, cuanto armas que ingresan por distintas rutas al país. El otro mercado de armas clandestino está vinculado a aquellas que se incautan y que luego se “pierden” en medio de la maraña judicial y reaparecen en manos de delincuentes, lo mismo sucede con algunas de las que son designadas para su destrucción.
3. Tráfico de bienes falsificados (las llamadas “marcas truchas”) que abarca un multimillonario negocio que va desde cosméticos a electrónica, pasando por bebidas, óptica, ropa, calzados o cigarrillos. Muy a menudo esta área de la criminalidad aparece vinculada a la acción del crimen organizado de origen Chino.
4. Tráfico ilegal de personas. Actividad que tuvo altibajos en los últimos años y que despierta particular preocupación internacional en la medida en que estas redes pueden ser utilizadas por grupos terroristas para el transporte de células operativas.
5. Tráfico ilegal de precursores químicos – como el ácido sulfúrico o la acetona – indispensables para la elaboración de la cocaína.
6. Tráfico ilegal de cocaína, heroína, y drogas de diseño – sintéticas – que en su mayoría provienen de Europa, mientras que la cocaína y el crack proceden mayoritariamente de Bolivia y Colombia.

Estas actividades que mencionamos, a modo de ejemplo, implican la operación de bandas transnacionales organizadas de manera jerárquica y con capacidades y contactos tales que pueden operar negocios millonarios trasladando la “mercadería” de un punto a otro del planeta.
Carteles colombianos (se estima que unos 200 pequeños carteles operan a partir de la desaparición de los tradicionales), diversos grupos rusos con base regional en Miami, mafia Coreana, Tríadas Chinas, Yakusa de Japón, con base regional en Brasil y conglomerados delictivos familiares de México, Bolivia y Paraguay son algunos de los que operan en nuestro país, por supuesto en acuerdo con las bandas locales.

En el “negocio” de los secuestros extorsivos que se mantiene agudamente vigente, hasta el momento, no parece haber bandas transnacionales operando, sino más bien experimentada delincuencia telúrica, que en los últimos tiempos agregó a su método de trabajo la mutilación de las victimas como forma de aumentar la presión psicológica sobre las familias

LA TERRITORIALIZACIÓN DEL DELITO

Proceso que comenzó en Brasil hace ya más de una década y que tiene dos vertientes para su análisis: Por una parte la territorialización entendida en sentido clásico, es decir las áreas de alto riesgo en las zonas urbanas y semi-urbanas. Las mismas aparecen en los “mapas del delito” y tienen relación con el número de hechos criminales que se producen en un sector crítico, por ejemplo las zonas donde más operan los piratas del asfalto, o las zonas preferidas para los secuestros al boleo.

La otra acepción de la noción de territorialización está vinculada al narcotráfico. El ejemplo que se considera típico, es el que se produce en las favelas de Sao Paulo y Río donde no solamente existen bandas jerárquicamente estructuradas sino una territorialidad que nada tiene que ver con lo político sino con el control de los puntos de expendio de la droga, por esa razón las bandas libran verdaderas batallas y planean “invasiones” para lograr establecer un control armado sobre los mejores puntos, en cuanto al volumen de clientes que concurren a ellos.

En Brasil, las bandas no solamente no buscan la confrontación abierta con el estado sino que actúan como verdaderos “escuadrones de la muerte” respecto de quienes comenten crímenes en sus territorios que el “chefe da favela” considera son malos para el negocio; por ejemplo asaltar a un cliente potencial que se dirige con su coche a un “fumo” a comprar.

En Argentina la mecánica no es exactamente igual, si bien la “villa” cumple – hasta cierto punto – una función parecida a la favela; sin embargo no existe acá la estructuración jerárquica que hay en Brasil; pero además en nuestro país coexisten diversas estructuras descentralizadas de distribución. Algunas operan en pequeña escala en ciertos kioscos, otras en algunas estaciones de servicio, las hay permanentemente en todos los “boliches bailables” y existe también un sistema de delivery para los clientes regulares.

La distribución y venta de las llamadas drogas de diseño en sus diversas formas y variantes es algo tan común en el ambiente donde se mueven adolescentes y jóvenes que, independientemente del hecho de consumirlas o no, conviven con ellas y forman parte de su entorno habitual.

La descentralización del sistema de “dealers” genera multitud de vendedores pequeños (que suelen ser también consumidores) fáciles de individualizar pero irrelevantes para el negocio global. Asimismo la cercanía relativa de Bolivia y la permeabilidad de la frontera tientan a criminales que cuentan con algo de efectivo a realizar “compras directas” en cantidades relativamente pequeñas, por cierto que el dinero necesario para ello es el producido de previos delitos.

Otro dato que viene a completar el panorama es la guerra entre bandas que se evidencia en ataques individuales pero también en secuestros; secuestrar a un narco tiene sentido en el mundo criminal, la banda no va a acudir a las autoridades y además tienen con qué pagar: cash, merca o una mezcla. Virginia Messi, del diario Clarín, detalló en septiembre de 2003 las luchas y secuestros recíprocos y estimó que entre 2000 y 2003 no menos de 10 jefes narcos o sus familiares directos habían sido secuestrados, las más de las veces por bandas rivales.

PURGAS Y MAS PURGAS

Una mirada a la realidad nos muestra que las instituciones policiales perdieron de vista (al igual que muchos políticos) cuál es su función esencial y tomando esto como punto de partida pueden señalarse varios procesos que se desarrollan en forma simultánea:

1. Depauperación salarial en todos los niveles, problemas de vivienda, vestuario y atención médica.
2. Aumento paulatino de los niveles de “tolerancias” internas (de la pizza a la zona liberada) que van provocando deslizamientos hacia el delito en no pocos efectivos.
3. Creciente desinterés por la tarea profesional con el consiguiente decaimiento de la calidad del trabajo policial lo que se traduce en una cantidad de delitos que en la práctica se archivan sin siquiera intentar una investigación.
4. Ingreso creciente del dinero proveniente de las actividades del narcotráfico – mucho más significativo que los montos procedentes de la prostitución y el juego clandestino – que aumenta los índices de corrupción en forma geométrica.
5. Creciente hostilidad entre la policía y la población en general, fruto en parte de la falta de respuesta que encuentra el ciudadano en la fuerza y en parte en la reiteración mediática de la satanización de la función policial.
6. Falta de interés por parte de la conducción en el mejoramiento técnico profesional lo que hace que no exista ni presupuesto ni oportunidades para mejorar la aptitud profesional.
7. El dinero del delito permea a los estratos políticos y los asocia a la corrupción por medio de las “cajas” para hacer política, a esto se suma la corrupción promovida por los abogados “saca presos” y la existencia de jueces venales. Esto establece verdaderas cadenas de complicidades entre policías corruptos y sociedad corrupta.

La realidad policial puede resumirse en: Desconfianza mutua entre la fuerza y la conducción política; ruptura efectiva de la cadena de mandos; inacción que se generaliza y que es la consecuencia lógica de la actitud de la conducción política ante cualquier situación violenta; si la policía interviene las furias del poder político y del progresismo mediático caen inmediatamente sobre los quienes reprimen. Consecuencia: la policía pasa a ser un observador más de la violencia que va escalando impune.

La ingerencia personal del Jefe de Estado en la separación de sus cargos de altos jefes de la Policía Federal de quienes luego nos enteramos que a pesar de los fulminantes titulares de alguna prensa, están en “disponibilidad” es decir que legalmente, continúan perteneciendo a la fuerza y ni uno solo de ellos está en prisión por los delitos que supuestamente habrían cometido, no contribuyó precisamente a levantar la moral de la fuerza.

Hay quienes aseveran que según el Presidente Kirchner la Policía Federal debería dejar de existir y de hecho en el plan que publicitó el ahora ex ministro Beliz, se crea en fecha aún no definida, una especie de Agencia Federal que reemplazaría a la Policía, esto se complementaría con la policía comunitaria – para la capital federal – a la que se asignarán inicialmente 500 hombres (lo que se traducirá en una realidad de 150 hombres en cada uno de los tres turnos en que se divide la jornada) para realizar tareas no especificadas complementando a la dotación de 8000 efectivos que cubren las comisarías, anunciado esto con toda pompa a mediados de 2004, en febrro de 2005 aún no se tienen noticias concretas que este proceso se este llevando a cabo.

En la provincia de Buenos Aires el panorama es más confuso aún, no solamente porque las purgas son casi una rutina diaria, sino porque el llamado Plan Arslanian es un verdadero compendio de buenos deseos pensados para un país como Francia con un presupuesto como Suiza, pero que choca de frente con una realidad dramática: La fuerza policial está literalmente paralizada y quienes han quedado a la espera de la próxima purga evitan cruzar un semáforo rápido no sea que esto traiga problemas.

Hasta hoy el ministro no logró algo tan elemental como es dotar a la policía de comunicaciones seguras, ni que decir lograr que todos los móviles dispongan de radiocomunicación. Actualmente la policía de la provincia de Buenos Aires, la gendarmería, la prefectura y la policía federal carecen de una forma segura de comunicarse el uno con el otro. Recientemente se inauguró con grandes titulares un sistema “similar al 911”, en realidad es un “call center” que nada tiene que ver con el sistema 911 y que además tiene serias limitaciones geográficas y técnicas, pero que sirvió para generar titulares en los diarios.

Como conclusión, una anécdota que vale mucho más que cualquier análisis: E subcomisario Adrian Bonda al asumir su cargo como jefe de la comisaría primera de La Matanza (municipio de unos 320.000 habitantes), declaraba al diario La Nación (Domingo 13 de Junio de 2004) que disponía de un efectivo de 80 hombres – divididos en tres turnos – para atender a su jurisdicción, un policía cada 12.000 habitantes.
¿Es necesario explicar más...?