jueves, 17 de enero de 2008

Colombia: El drama de los que siguen secuestrados


Por Julio Cirino y María José Bonacifa. Fundación Pensar Argentina.





Para toda persona bien intencionada, la discusión sobre el carácter de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), concluyó el pasado lunes 14 de enero de 2008.

¿Por qué? Porque ese día, como broche de un proceso que había comenzado a mitad de diciembre pasado, las FARC volvieron a secuestrar. Tres días después de haber liberado a dos rehenes (Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo), seis turistas pasaron a engrosar la lista de víctimas de la banda terrorista.

En la actualidad las FARC tienen en su poder unas 700 personas (el número exacto no se conoce y varía constantemente), las cuales están divididas en dos grandes grupos: “los canjeables” y “los otros”. Los primeros (unos 40), son aquellos rehenes a los que las FARC les atribuyen algún valor político y de hecho aspiran a utilizarlos para obtener la libertad de unos 500 miembros de la organización que, arrestados y juzgados cumplen condenas en diversas cárceles.

De “los otros” es de los que casi no se habla; mas de 650 personas, hombres y mujeres secuestrados en las calles, en los caminos y hasta en las iglesias. Ciudadanos de a pie, que no son “canjeables”. ¿Por qué?

La respuesta es simple, no son canjeables porque sus familias aún no pudieron juntar el dinero exigido por sus secuestradores para liberarles.

De hecho, cuando se produce una liberación de un “no canjeable”, las cosas suceden con total naturalidad: No se pide despeje de la zona al gobierno colombiano, no se ponen en marcha operativos humanitarios ni se exigen garantes internacionales ni, mucho menos, el cineasta Oliver Stone se moviliza para testimoniarlo todo con su cámara.

Sucede que las FARC tienen hoy dos fuentes principales de financiamiento: la primera es el narcotráfico, la segunda es el secuestro extorsivo.
Durante los años del presidente Pastrana (1998 – 2002), viajar por una carretera era casi una garantía de acabar secuestrado; fueron los años del estado ausente, que dieron por resultado el auge de las “pescas milagrosas”.

Cabe aclarar que es el irónico nombre con el que se bautizó a los cortes de ruta realizados por destacamentos de las FARC donde se detenía a los automovilistas y aquellos que por su vehículo, vestuario o apariencia, daban idea de alguna solidez económica pasaban a integrar la lista de secuestrados por rescate. Así personas de condición humilde se han visto forzadas a pasar meses – o años—rogando a sus secuestradores que redujeran sus demandas porque carecían del dinero para pagar.
Mientras tanto, los rehenes sobreviven como pueden en la selva, soportando durísimas condiciones climáticas, mal alimentados y normalmente encadenados las 24 horas del día sobre todo si pertenecen a alguna fuerza militar o de seguridad, sin visitas de la Cruz Roja Internacional y con casi nulo acceso a atención médica. Las recientemente liberadas Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo dan cabal testimonio de esta situación.

El secuestro de la entonces candidata presidencial Ingrid Betancourt (que tiene doble ciudadanía, franco-colombiana) y los renovados intentos del presidente de Francia por obtener su libertad; todo esto unido a un video que la muestra con un visible deterioro de su salud puso el tema de los secuestrados nuevamente en la portada de los medios.

Esta sería la oportunidad que el presidente venezolano Hugo Chávez aguardaba para recuperar el protagonismo que le permitiera regresar de la derrota electoral que sufrió el pasado 2 de diciembre su proyecto de reforma constitucional.
Los detalles del fallido “show de fin de año” donde las FARC liberarían a dos adultos y un niño (que luego resultó no tenían en su poder), permitió al venezolano colocarse nuevamente como el “peaje” forzado por el que Colombia debía transitar.
Las coordenadas famosas nunca llegaron, el tinglado se desmontó y finalmente las rehenes recuperaron su libertad en una acción mucho más discreta en su faceta crítica (el momento de la liberación y entrega a la Cruz Roja).

Pero “el espectáculo” reabriría sus puertas en Caracas donde Chávez, no conforme con el show de recibimiento no dudo en reclamar públicamente de la comunidad internacional que las FARC fueran removidas de las listas de organizaciones terroristas que compilan por separado, Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea.

Según sus propias palabras: “… son fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político…”. Esto, a su criterio, sería suficiente para concederles el status internacional de fuerza beligerante.

Pongamos de lado por un instante el insulto que esto significaría para todas las victimas que aún continúan secuestradas y analicémoslo desde otro ángulo:
Colombia, como toda democracia, tiene mecanismos para la participación política, una activa oposición y procedimientos institucionales para que, quién tiene un proyecto político, y el apoyo de la ciudadanía; pueda materializarlo. Atender a la observación de Chávez implicaría abrir una nueva vía de acceso al poder: Se forma un grupo armado, se financia con cocaína y secuestros y luego reclama el reconocimiento internacional.

El punto central del reclamo de toda la comunidad internacional debería centrarse exclusivamente en obtener la libertad, no de los 40 canjeables, sino de las casi 700 victimas de secuestro, y el abandono por parte de las FARC de la metodología del secuestro extorsivo, claramente violatoria de los mas elementales derechos humanos. Sin olvidar las demás almas que permanecen secuestradas también por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las Autodefensas colombianas (AUC) y hasta la delincuencia común. Un total que llegaría a las 3000 personas teniendo en cuenta las cifras que maneja la ONG colombiana “País Libre”, que sostiene que el 80% de los secuestros en todo el mundo tienen lugar en Colombia, habiéndose transformado casi en un triste sinónimo de ese bello y rico país desde lo geográfico, lo cultural y lo humano.

Teniendo en cuenta esta cruda realidad, se puede pensar en construir puentes de diálogo. Pero no negociando bajo amenaza con narcotraficantes y secuestradores de por medio. Eso es algo que no se le puede demandar a un estado democrático. Hacerlo pondría en peligro la vida de los secuestrados y de todos los ciudadanos del mundo.

(*) Julio Cirino es director del Área de Relaciones Internacionales de la Fundación Pensar.
(*) María José Bonacifa es analista del Área de Relaciones Internacionales de la Fundación Pensar.

lunes, 14 de enero de 2008

Carne Fresca en el centro de Madrid


Por Alberto Miguez, desde Madrid.

Unas trescientas personas se integran diariamente en los ejércitos de la prostitución madrileña sin que lapolicía o las organizaciones humanitarias especializadas se enteren o hagan algo.

Es difícil saber cuantas mujeres se dedican a este oficio en la capital y sus suburbios pero los cálculos más probables son de de trescientas o cuatrocientas mil personas, una cifra claramente escandalosa si se tiene en cuenta que en España hay casi setecientas mil personass que ejercen el oficio en todo el país.

No menos de quince zonas de prostitución urbana hay en Madrid: varias calles del centro de la capital, barrios enteros y, además, la prostitución telefónica, a través de periódicos e Internet constituyen una cifra considerable de mujeres integradas en las redes de hetairas. Para las publicaciones (periódicos, revistas y diarios) es un negocio suculento del que nadie habla con claridad porque esta vergonzosa industria se hace entre la semi-legalidad y la aquiescencia de empresarios de prensa como se si tratara de anuncios comerciales simples o publicidad de máquinas de coser.

Hasta un individuo de moralidad tan dudosa como Fidel Castro le reclamó a Manuel Marín hace años en un viaje que el todavía presidente de las Cortes españolas hizo a Cuba el escandaloso negocio de la publicidad de prostitutas en los medios de comunicación españoles y le sugirió que terminaran de una vez con este tráfico escandaloso.

El caso es que el negocio sigue, y los grandes diarios españoles,sea cual sea su ideología o moral siguen aprovechándose de estas mafias sin que les tiemble el pulso. Es un caso único en la prensa mundial o, al menos, lo es con la intensidad y el lucro que se consigue en España así como las características de algunos textos publicitarios que rozan la pornografía.

Es también difícil conocer el origen de las prostitutas, su situación legal (una gran mayoría carece de papeles) y cómo llegaron a España para integrarse en las redes de explotación. Los expertors distinguen tres grupos: las que provienen de los países del Este (sobre todo Balcanes) por lo general controladas por las mafias albanokosovares, las de origen latinoamericano, que controlan colombianos y chilenos y las africanas. Estas últimas redes se sitúan en la parte más cutre del mercado y por lo general son mujeres que “trabajan” en las carreteras de circunvalación, los llamados “clubs de carretera”. El control que sobre ellas ejercen los chulos es muy estricto, el de la policía, nulo.

Ls prostitución de alto standing tiene también ernorme influencia y poder económico en el mercado Casi toda las gestiones y acuerdos gestiones se hacen telefónicamente o por Internet, comnvertido en el gran mercadso de la carne. También en ciertos comoplejos situados en las afueras de la ciudad que constan con todo tipo de comodidades y seguridad hay gran afluencia proveniente de la clase media y profesional. En su mayoría son propiedad de empresarios españoles cuya batalla es desde hace bastante tiempo la legalización de la actividad algo a lo que las autoridades se oponen. Teóricamente, la prostitución no existe en España,las prostitutas no ejercen ni legal ni ilegalmentre su oficio, es decir, no existen.

Dada la legislación europea al respecto –una hipocresía a nivel continental que nadie se atreve a romper es poco probable que algún dia el mal llamado oficio más del mundo pueda ejercersecomo en otros países donde pagan impuestos y seguridad social. A la beatería española la perspectiva de que las prostituas lleguen a cotizar en Hacienda les da verdaderos escalofríos.

Ningún gobierno democrático se ha atrevido hasta ahora a plantear el problema e intentar resolverlo.Los intentos que se han hecho terminaron con un fracaso espectacular.

En el mejor de los casos se intentó homologar la actividad como en el algunos paíeses nórdicos donde se penaliza al cliente y no a la prostituta. En Suecia y Noruega, pese a las buenas palabras de sus gobiernos, el método ha fracasado espectacularmente: los cliemntes simplemente se han trasladado a los “ferrys” o a los países vecinos mas tolerantes.

Lo peor que pueden hacer los gobiernos es resolver el problema de la prostitución –verdadero semillero de delincuencia y actividades mafiosas-echando mano de una legislación moralista y obsoleta o simplemente convertirla en una actividad ilegal pero consentida, que es lo que ocurre en España.
Se trata de un asunto de enorme complejidad que todos los gobierno han preferido dejer que siga como está. Un fracaso más que difícilmente tiene solución. Dicen que Franco decía que había dos tipos de problemas: los que no tenían solución y los que el tiempo resolvería. La prostitución comparte ambas características.