miércoles, 6 de febrero de 2008

Chile: El fundamentalismo mapuche


Por Andrés Benavente Urbina desde Santiago, Chile.

Más allá de la contingente de mes de enero de 2008, en que varios ataques violentes de parte de grupos fundamentalismo-etnico, interesa avanzar en el tema profundo de este tipo radicalismo que afecta a Chile desde a la última década de los noventa.

El discurso de los grupos del radicalismo-étnico es de una expresión de autonomía indígena se traduce en un cuestionamiento al Estado Nacional porque gobierna el territorio que, en su concepto, les pertenece a ellos ancestralmente, reclamando por tanto un estatuto autonómico especial que les reconozca sus propias formas de gobierno y la vigencia de sus propias normas, aun cuando no planteen un argumento directamente separatista.

Ese es el objetivo, pero, para aproximarse a él, la estrategia que han desarrollado, encontrando de paso una gran convergencia con las organizaciones políticas extremistas, es plantearse de una manera rupturista en contra de la institucionalidad vigente y en contra del modelo económico al cual acusan de profundizar la miseria y la desigualdad.

Las tomas de terreno, en cuanto rebalsan la legalidad, son la expresión de su rebeldía en contra de la institucionalidad. La reivindicación de territorios que plantea este grupo no es pacífica, sino confrontacional en contra del Estado, por lo que no debe extrañar que, en una primera etapa, se focalice en acciones de fuerza en contra de las empresas forestales para ir “recuperando” las tierras que forman “sus territorios”.

En 2002 la Coordinadora Arauco-Malleco declaraba que ellos apuntaban a la conformación de un Movimiento Mapuche Autónomo, parte señalando la reivindicación territorial al decir: “La ocupación del territorio mapuche por parte del Estado chileno, la usurpación y expulsión de nuestro Pueblo de sus tierras ancestrales, es un proceso histórico que en ningún caso ha terminado”. Luego de aludir al Estado chileno como usurpador de territorios, se encargan de incorporar a las empresas forestales al cuestionamiento, agregando que “hoy son los empresarios transnacionales quienes continúan dicho proceso, amparados en la macabra política económica neoliberal.

Apuntando al sustento ideológico de las movilizaciones de los mapuches en contra de las empresas forestales, se exponen variados argumentos:

• En los fundos adquiridos por las forestales, éstas procedieron a eliminar los remanentes de bosque nativo.
• Las plantaciones forestales han provocado un empobrecimiento de la biodiversidad y de la disponibilidad de alimentos a las familias mapuches.
• La actividad forestal es meramente extractiva, no tributa localmente y contrata mano de obra fuera de la localidad.

Un primer rasgo de esta agrupación es que es una entidad que combina la elaboración de un esquema radical y con ello se vincula al perfil de la izquierda extremista chilena, lo cual se expresa en su objetivo de “liberación nacional” que supone un enfrentamiento con la institucionalidad, con la práctica política rupturista a través de movilizaciones, de desbordes de la legalidad y de hostigamiento a empresas bajo la consigna de “recuperación del territorio”.

Un segundo rasgo está la vinculación entre la Coordinadora Arauco-Malleco y la ETA, el grupo terrorista español. Los defensores del actor radicalismo mapuche la problemática se trata del derecho a la autodeterminación de los pueblos. La democracia si bien garantiza derechos individuales, no les garantiza a los mapuches derechos en tanto nacionalidad.

La vocación de confrontación violenta que tiene este actor con relación a las empresas forestales se evidencia en los enfrentamientos producidos en las provincias de Arauco y Malleco, en los atentados incendiarios en predios forestales, en la quema de vehículos de las empresas y en las agresiones físicas a sus trabajadores.

En definitiva, la Coordinadora señala que no es posible bajo la actual legalidad e institucionalidad obtener avances sustantivos en esta materia, tanto de parte del gobierno como de los tribunales de justicia, los cuales adolecen de la imparcialidad requerida en estos casos, cediendo, por lo general, ante las presiones que ejercen los grupos económicos que controlan el país. No se trata sólo de un lenguaje radicalizado o de expresiones de violencia puntual en medio de movilizaciones y tomas de tierras, sino de un elemento vital para el propósito confrontacional que estos grupos tienen con el Estado chileno, respecto del cual plantean sus propuestas de “liberación”.

Las declaraciones y las actividades constituyen una clara, categórica y contundente apología del enfrentamiento armado como forma de lucha válida para alcanzar un objetivo de carácter político, como lo es la constitución de “Zonas Territoriales de Control Mapuche”, en las que el poder sea ejercido directamente por las comunidades indígenas y, por ende, donde el régimen jurídico e institucional del Estado chileno simplemente no rija y no se cumpla.

Andrés Benavente Urbina es politólogo, Investigador y Miembro del Consejo Asesor del Centro de Análisis e Investigación Política, CAIP.
www.caip.cl